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Aprendiendo a pasar tiempo a solas





¡Bienvenida de nuevo!


Estoy escribiendo este texto justo después de pasar un tiempo a solas, ¡sí, conmigo misma! Y la verdad es que no sabía realmente en qué ocupar mi tiempo, si debo adelantar pendientes de trabajo, relajarme viendo una película, meditar, o simplemente arreglar algunos detalles en la casa.


Escribo este texto justo en un rato de estar conmigo misma, reflexionando que, después de convertirnos en mamás, el tiempo sin tus hijos y tu pareja pareciera ser una fantasía. Por eso, muchas veces, cuando tenemos esa maravillosa oportunidad, simplemente no tenemos idea qué hacer e inventamos tareas, muchas veces para no sentirnos culpables por estar “perdiendo el tiempo”, o porque simplemente nos intimida volver a pasar un tiempo dedicado únicamente a nosotras.


Yo era de esas personas que antes de ser mamá, veía a la gente que comía sola en los restaurantes, o que disfrutaban de comprar ropa o ver una película en el cine sin amigos o pareja, y pensaba: ¿qué no tienen quién los acompañe? ¿Por qué venir solos si podrían estar pasando un rato divertido con alguien más? Y ahora, ¡sólo puedo ofrecer una disculpa por pensar así!


No entendía lo increíble que es pasar tiempo contigo mismo, el decidir qué hacer, cuándo y dónde comer, y que más allá de lo que los demás piensen, es el disfrutar el vivir las experiencias sola, conmigo.


Ahora, que ya me convertí en mamá, y conozco las maravillas de pasar un tiempo fuera de casa, o simplemente relajándome en casa, busco que esas oportunidades pasen. Ya sea que deje a mi pequeña con su niñera un ratito en la mañana para ir a desayunar y aprovechar para escribir, o que motive a que ella y su papá pasen tiempo de calidad juntos. Amo esa conexión tan mágica que he logrado conmigo.


Ojo, no significa que no me guste pasar tiempo con mi familia o con mis amigos, ¡por supuesto que me llena de felicidad! Pero tener un equilibrio es importante, porque me hace ser consciente que yo también tengo necesidades, y que no sólo soy “la mamá de…”, o “la esposa de…”.


Claro que al principio esos momentos los veía como “soledad”, y sentía mucho miedo. Pero entendí que ese temor es la falta de experiencia. Ahora, los veo como una oportunidad para crear una mejor conexión conmigo misma, como una meditación. A veces, cuando no hay nadie más cerca, tenemos que hacernos responsables y escuchar lo que nuestro cuerpo y nuestra mente tanto desean compartirnos. Abre tu mente, ¡no te arrepentirás!


Hoy, mi hija se durmió temprano y mi esposo salió a una cena con sus amigos. Me sentía cansada y no tenía ganas de salir. Antes, mi cabeza hubiera trabajado 1000 por hora pensando: ¿a dónde irá? ¿Con quiénes irá? ¡Por qué me avisó tan tarde!, pero decidí tomarlo como una gran oportunidad y me dije: ¡qué rico! Ceno algo rápido y me voy a descansar.


Mi hija se quedó dormida a las 8:00 pm, así que decidí que “aprovecharía el tiempo” estando sola y disfrutando ese respiro. Me preparé un té, y me dispuse a escribir este texto que estás leyendo. La soledad no es mala, es una excelente oportunidad para amarte más, y estar en mucho mejor forma emocional y física para funcionar en tus demás facetas. Ser consciente de lo que tu cuerpo y mente necesitan es el primer paso para ser mejor persona, mejor esposa, y mejor mamá.


Disfruta cada momento que pasas contigo misma, porque al final del día, sólo te quedas contigo. Ámate, mereces lo mejor.


Nos vemos en la siguiente entrada.

Te envío un gran abrazo.

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