¡Hola! ¿Cómo estás hoy?
Te cuento que hoy tuve un día padrísimo compartiendo con los que más quiero, aplicando la típica frase de: “Domingo familiar”, y, ¿sabes algo? Me di cuenta de algo muy importante que se vuelve una constante, no sólo con nuestros hijos, sino con todas las personas con las que convivimos: la negociación.
Esa negociación que no es otra cosa que un acuerdo entre dos o más partes, pero el tema que trataremos hoy, va enfocado a ese estira y afloja que podemos vivir todos los días con nuestros hijos.
Como parte de una educación lejos de lo autoritaria y dictatorial que pudimos haber vivido de pequeños, las nuevas tendencias de crianza nos enseñan a que el diálogo y entender las emociones de los pequeños da mejores resultados, y los convierte en adultos más sanos emocionalmente.
Hoy que despertamos, iniciamos con la primera negociación con Valentina: quitarle la pijama y cambiarle la ropa, cosa que no le parecía. Después, subirse al coche para irnos a desayunar, luego que me acompañara a una tienda departamental, pero ella sólo quería jugar durante el camino. Luego siguió el tener que esperar nuestro turno para entrar al probador, después de subirse a los juegos irnos a casa, ponerse un suéter, bañarse, etcétera, etcétera.
¿Cansado? Es un trabajo de todos los días, que no termina, porque es parte de medir los límites, pero también buscar su independencia tomando sus propias decisiones, siempre guiados para que elijan lo mejor.
Me queda claro que si existe esa apertura de los padres para negociar, aún cuando están pequeños, la convivencia puede resultar mucho más sencilla para ambos. Sin imponernos como tiranos o dictadores, que ellos sientan que también estarán obteniendo “algo a cambio”, un ganar-ganar.
Llénate de paciencia, no será fácil. Puede ser que las actividades te lleven más tiempo, porque lo que tú crees que te llevará un par de minutos, posiblemente con tus hijos te lleve el doble, o más. No se trata de que ellos tengan que ajustarse completamente a tu rutina, o que tú la tengas que hacer a un lado por ellos, todo es negociar. Pueden salir a pasear y hacer compras, pero también pueden pasar tiempo en los juegos. Un 50-50 donde todos ganan.
A veces pasa que por hacer todo rápido, no los tomamos en cuenta. Es más fácil abrazarlos o subirlos a la carriola e irnos, pero puede ser que ellos protesten y se inicie una situación de berrinche, porque no los tomamos en cuenta, ni siquiera les avisamos de los planes, y ellos también son individuos que sienten, piensan y deciden.
Respiren profundo, tengan siempre planes alternativos y sobretodo mucha paciencia. Si nuestros hijos saben que pueden dialogar con nosotros para llegar a un acuerdo en común, cuando crezcan será mucho más fácil que ese canal de comunicación se mantenga abierto y sano. Así es como se forma la confianza.
¡Que pasen unas hermosas fiestas!
Nos vemos en la siguiente entrada.
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