¡Bienvenida de nuevo!
Si ya estás en casa con tu bebé, ¡felicidades! Bienvenida a esta compleja etapa llamada postparto, o como otros llaman, “la cuarentena”.
Ese periodo después del nacimiento del bebé dura de 6 a 8 semanas, y es el momento donde tu cuerpo comienza a recuperarse, ya sea si pasaste por un parto natural o cesárea, éste es el tiempo donde sanarán tus heridas y notarás una serie de cambios muy importantes tanto en tu físico como en tus emociones. Aquí es cuando debes darte mucho amor, tenerte mucha paciencia y sobretodo, estar consciente de ti, tu alimentación, descanso y necesidades como mujer y madre.
Sabemos que el embarazo trae consigo una oleada de hormonas que pueden provocar que nuestro estado de ánimo cambie de un momento a otro, pero durante el postparto, se acrecientan a niveles que muchas mujeres no saben cómo manejar tantas emociones juntas.
Por lo regular, en nuestro país, las mujeres pasan esta etapa en casa de su madre o suegra, pero algunas pocas, deciden pasarla en su propia casa, sin más apoyo que el de sus esposos. En mi caso, decidí quedarme en casa, porque Valentina, mi hija, nació en diciembre, y no quería exponerla ni exponerme al frío. Solamente salía a las consultas con la ginecóloga o con la pediatra.
A pesar de considerarme una persona muy positiva, el postparto es un proceso del cuál es un poco difícil de escapar. Esa lluvia de emociones es mucho más intensa de lo que estamos acostumbradas a lidiar, porque además de vernos tan diferentes al espejo, tenemos que vivir el estar en casa todo el tiempo, manejar las visitas, consejos que, aunque son bien intencionados, muchas veces se convierten en órdenes o presiones que, por cordialidad o respeto, aceptamos, aún cuando van en contra de nuestra propia convicción. La inseguridad y miedo de tener a un ser tan pequeño y frágil, el no saber qué ni cómo hacer las cosas, y claro, los pensamientos de fatalidad en diferentes escenarios no se hacen esperar.
Y entonces, el llanto llega, y la culpa de no sentirte feliz todo el tiempo, porque, ¡ya tienes a tu bebé en tus brazos! ¡Todo debería ser perfecto y alegre! Pero se nos olvida que somos humanos, que tenemos emociones y miedos, que está bien ser una prioridad para nosotras mismas y que debemos ser reales. Si quieres llorar, ¡hazlo! Si en ese momento, el bebé está dormido y tú quieres descansar, ¡hazlo! Así tengas una fila de personas esperando para conocer al nuevo integrante de la familia. Platica cómo te sientes, está bien hablar de ti, lo que piensas y sientes. Compartir lo que llevas dentro te ayudará, sobretodo si lo haces con mujeres que han pasado por esa etapa y aún mejor, si lo haces con una profesional en el tema, como una doula o psicóloga.
También sentí esa tristeza, a pesar de estar acompañada de mi mamá, que es una persona que me hace sentir segura, y que sabía que su amor y dedicación a sus hijos es algo que necesitaba conmigo en ese momento. Aún acompañada, me llegué a sentir sola e insegura. ¿Bañar yo sola a la bebé? ¿Y si se me resbala y ocurre un accidente? ¿Lactancia? ¿Y si no es suficiente para alimentarla? ¿Lo estoy haciendo bien? El sentimiento de culpa no se hizo esperar por sentir que no estaba haciendo lo correcto.
Entonces, entiendes que hay métodos para apoyarte, y que, en el caso de la lactancia, si no lo consigues, existen muchas alternativas que ayudarán a que tu hijo crezca fuerte y sano.
Te miras al espejo y no vuelves a ver ese cuerpo que tanto conocías antes del embarazo, y te entristece no ser la misma, pero calma, todo regresa a su lugar. Dale tiempo y mucho amor. Cuida lo que comes, nutre tu cuerpo y ámalo, gracias a él diste vida.
Uno de los factores que hacen que tus emociones estén de arriba para abajo, es la falta de sueño. El cansancio es increíble. A pesar de estar feliz por tu bebé, te sientes agotada en todos los sentidos. Ellos comen aproximadamente cada 2 horas, cambiarlos, cargarlos, más todas las labores del hogar pueden dejarte realmente exhausta. Cuando te dicen que aproveches el tiempo en el que ellos duermen, créelo, debes dormir cuando ellos lo hacen. Necesitar recargar energías, de la casa pueden encargarse los demás.
Tener un compañero o compañera de vida es una bendición. Ellos pueden hacerse cargo de las labores de limpieza, comida, ropa y también, en el bebé. Si tienes a una persona que te apoye en casa, aún mejor, si no, pídele a tus familiares cercanos. No lo dudes, necesitarás esa ayuda durante un par de meses.
Bañarse puede pasar de una experiencia de calma y relajación, a toda una carrera contra el tiempo. Prepárate, busca el momento cuando tu bebé duerma profundamente y si no hay alguien en casa para apoyarte si despierta, puedes dejar las puertas abiertas y acercar su colecho o cuna al baño. Eso hacía yo. Así podía darme un rico baño, sin tener el estrés de que despertara y tuviera que salir corriendo.
No te olvides de ti. Realizar una actividad física te ayudará a relajarte y regresar al estado físico en el que te encontrabas antes del embarazo. Sentirme activa haciendo ejercicio estabilizaba mi mente y me ayudaba a salir de la gran cantidad de emociones y sentimientos por los que atravesaba esos días. Después, un baño calientito y ropa cómoda era lo mejor que podía hacer, aún cuando no salía de casa. ¡No hay nada mejor para ti, que verte y sentirte bonita!
Sé que son muchos cambios por los que estás viviendo, pero ten calma. Poco a poco, todo irá tomando su lugar y encontrarás una rutina que si bien, no será igual a la que tenías antes de la llegada del bebé, se ajustará perfecto a sus tiempos y necesidades. Date la oportunidad de vivir sin prisas, es una etapa que es hermosa, y dura realmente muy poco. Aunque ahora cosas sin sentido te causen incomodidad o molestia, al paso de un par de años las recordarás con añoranza y algunas, acompañadas de risas y suspiros.
Recuerda que si en tu interior, sientes que algo no está bien, no dudes en acudir rápidamente con un profesional de la salud, tanto física como mental. La depresión postparto existe, y con la ayuda adecuada, saldrás adelante. No estás sola.
¡A disfrutar a ese nuevo bebé!
Te mando un gran abrazo apapachador. ¡Nos vemos en la próxima entrada!
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