¡Hola! Te saludo a ti, mamá de dos pequeños, o de uno pensando en agregar otro miembro a la familia. Te contaré mi experiencia personal: aunque tenía claro que quería tener dos hij@s, cuando llegó Valentina, mi primera hija, pude experimentar ese desborde de amor, pero también ese giro de 180º que da tu vida en todos los aspectos. La realidad es que me la pensé mucho más para embarazarme de nuevo.
Si bien la crianza del segundo hijo es mucho más sencilla porque ya tienes la experiencia, tomar la decisión de aventurarte con ese nuevo bebé no es fácil, porque se vienen todos esos pensamientos de cómo fue la primera vez, del cómo se consumía todo tu tiempo, y que con dos, sería imposible hasta bañarte.
Como mamás de dos, puedo asegurarte que la vida ahora es hermosamente caótica. Valentina, ahora con 3 años, y Luciana, de 3 meses, son mi debilidad.
Valentina exige la atención de mamá al 100%, ella quiere que el juego comience desde que despierta, así como mi presencia. Estamos en la etapa de los berrinches y en el proceso para dejar el biberón durante la noche y el pañal para la popó y mientras duerme.
Con Luciana todo es más fácil, ella sonríe de todo, es agradable y tranquila, cosa que agradezco porque me ayuda a equilibrarme entre todo el caos con una de sus sonrisas. Ella me impulsa a fluir con calma, en la etapa complicada que está viviendo Valentina, por la llegada de su hermana, y nosotros evitando que se llegue a sentir sola o desplazada.
Seguro querrás saber cómo es mi día a día. Pues aquí te explico cómo nos organizamos:
La toma de Luciana es en la madrugada, aproximadamente entre 4 y 5 am. Me quedo despierta para extraerme leche, y después hacer mis rutinas de ejercicio en casa, o salgo a correr.
Las niñas despiertan entre 7 y 8 de la mañana, y ahí comienza el primer reto del día. Luciana necesita que mami la abrace, pero también es el momento de vestir y preparar a Valentina para ir a la escuela, entre los berrinches por la ropa que se eligió para ese día.
¡Se necesita ser pulpo! Gracias al cielo cuento con el apoyo de mi hermana para ayudarme con todo este caos, realmente ha sido una bendición y hemos funcionado muy bien.
Una vez de regreso a casa de llevar a Valentina a la escuela, puedo bajar un poco el ritmo y compartir tiempo con Luciana, y en los espacios que me permite, trabajar un poco o atender la casa. ¡En ocasiones tengo suerte y puedo hacer los dos!
Todos los días son diferentes, y algo que he aprendido es que la organización es fundamental para lograr cumplir con la mayor cantidad de pendientes posibles, pero que también se puede ser flexible. No todo debe ser perfecto.
Entender que habrá días donde el cansansio me gane, y debo esuchar a mi cuerpo y no sobreexigirle. Habrá días en que me dé un baño hasta que las niñas se duerman, o simplemente no pueda trabajar. Días que tengo muchísima energía y otros no.
Las tardes, después de que Valentina llega a casa de la escuela, suelen ser caóticas. Las dos niñas quieren y requieren de mi atención. Valentina ha tenido algunas regresiones porque pide las cosas llorando, pero somos firmes con ella en que ya sabe hablar y puede pedir las cosas por ella misma.
Hemos tenido días donde los berrinches han sido intensos porque estamos en el proceso de dejar el biberón para Valentina, y aunque han sido días duros, seguimos firmes en acompañarla en su camino a convertirse en “niña grande”.
Luciana también ha tenido que aprender a integrarse a la rutina de su hermana mayor, a los juegos o a las siestas mientras Valentina grita o llora. La verdad es que todo esto es mucho más sencillo de llevar con apoyo, y agradezco a mi hermana por estar aquí. Podría decir que mi día de mamá termina a las 8:00 pm que las niñas duermen y yo estoy agotada, pero la realidad es que cada día es diferente y nos debemos adaptar a esos cambios.
Algo que es muy importante, y que ya había mencionado anteriormente, es el tener cerca de ti un círculo de apoyo. Las labores de casa nunca terminan, y el tener un momento de paz y tranquilidad como mujeres, y con nuestra pareja, harán que no nos perdamos en la maternidad. Ten en cuenta que no a todas nos funciona la misma rutina, pero seguramente encontrarás la manera de salir adelante. La maternidad es una locura llena de amor, recuerda que el tiempo corre, y que todo esto pasará, así que disfruta al máximo cada momento.
¡Te mando un abrazo lleno de amor y mucha fuerza dentro de todo este caos hermoso! ¡Nos leemos en la siguiente entrada!
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