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Lactancia, un gran reto a superar


¡Bienvenida! Me encanta que estés por aquí. El día de hoy tocaremos un tema del que existe mucha información, pero pocos hablan de la realidad que vivimos muchas madres primerizas.


Recuerda, cada cuerpo es un mundo, y lo que yo viví puede no ser lo que vivan otras mujeres, pero tengo la firme creencia de que entre más nos informemos, más preparadas estaremos.


Aquí mi experiencia.


Desde un inicio, estaba convencida de que sería una mamá ecológica y tradicional. Darle todos los elementos más naturales posibles en la crianza de Valentina, mi hija.

Ahora que lo veo en perspectiva, ¡no tenía ni idea de lo complicado que sería el amamantar!, porque, al ver las imágenes de mamás tranquilas, amorosas, dando de amamantar a sus bebés, lo hacían parecer tan sencillo, todo perfecto y de color rosa. Pero, la realidad llegó a mí cuando inicié con la lactancia.


Pensaba que por instinto, el bebé sabría qué hacer, que al descubrir el pecho, ¡listo! Comenzaría a alimentarse. Ahora recuerdo eso con bastante risa, ¡me vi tan novata!


El día que Valentina nació, mi esposo tenía la intención de que amamantara a nuestra hija, pero para ser sincera, me sentía muy cansada, así que decidí que estaría bien que le dieran un biberón con fórmula, seguramente no pasaría nada. Ya al día siguiente podría comenzar con más calma y energías.


Aquí fue donde el reto comenzó. Cuando comenzamos la lactancia, no lograba que la bebé se “agarrara” del pecho, la leche aún no bajaba y la verdad, me sentía muy confundida entre el conocimiento, y lo que era realmente la práctica.


Me habían platicado sobre los famosos sacaleches, como una herramienta muy útil y casi imprescindible. Una amiga muy querida me ofreció el suyo el día que nos visitó en el hospital. La marca era Medela, que en lo personal, es la mejor marca que probé. Ya tenía uno sencillo, pero no de muy buena calidad, así que decidí tomar la palabra de mi amiga y compré todas las piezas que tendrían contacto directo conmigo, por higiene y confianza.


Cuando llegamos a casa del hospital, me preparé para utilizar el sacaleches pensando que sería muy fácil y rápido. ¡La leche fluiría por arte de magia! Pero no podría estar más equivocada. La primera succión fue realmente dolorosa, y después de aproximadamente 15 minutos, un par de gotas color naranja salieron de mis pechos.


¡Por fin! El calostro había aparecido. Es sabido que estas gotitas son el alimento más nutritivo que puedes darle al bebé los primeros días de vida, ya que es muy rico en proteínas y minerales.


Después de leer sobre el tema, entendí que lo mejor que podía hacer para aumentar la producción de leche era estimular todo lo posible, porque así se manda la señal al cuerpo que el bebé requiere más leche, y éste se pone a producirla.


Pero, pasaba el tiempo, y no podía lograr que Valentina comiera directamente de mis pechos, aún con la gran ayuda del sacaleches. A pesar de creer que no necesitaría ayuda, el estrés comenzó a apoderarse de mí. La leche no era suficiente, y mi hija dormía lapsos de 20 minutos, porque se quedaba con hambre.


La combinación de las hormonas del postparto, con los comentarios que pueden sentirse más como órdenes o juicios de parte de mi esposo, me hacían sentir molesta, pero sobretodo, culpable de no ser suficiente para mi bebé.


Por todo esto, que decidí consultar con una Asesora de Lactancia para que me guiara y resolviera todas mis dudas. En la consulta, lo primero que hizo la Asesora fue revisar mis mamas, para cerciorarse que no estuvieran tapadas. Fue algo realmente doloroso, pero cuando por fin salieron unas gotitas de leche, las lágrimas de felicidad se hicieron presentes. Lo mejor de esa sesión fue saber que era capaz de amamantar a mi nena, además de algunos tips que me hicieron ver lo necesario que es su acompañamiento en esos momentos tan complicados.


“Tranquila, lo estás haciendo súper bien, y lo que puedas darle tú es perfecto, y si al final no puedes, no te preocupes, hay más opciones”. Fueron las palabras que me quedaron muy marcadas, y que aligeraron la carga emocional que también contribuía a bloquear que la leche fluyera. Dejé que la paz llegara de nuevo.


Otro de los puntos importantes que me mostró la Asesora, fue la lactancia a libre demanda. Los médicos te indican la cantidad de leche de fórmula que deben tomar según su edad y peso, pero, cuando ofreces pecho, no puedes medir cuánta leche están tomando los bebés, y si ésta será suficiente para alimentarlos y nutrirlos correctamente.


Entendí que el término “libre demanda” es eso, amamantar cada vez que el bebé lo pida, sin considerar el tiempo entre tomas, y el tiempo que dure succionando. Y, aunque el cuerpo es sabio, y produce la cantidad que el bebé necesita según sus necesidades específicas, alejar la duda si será suficiente, es muy complicado.


Un día, mi suegra salió de compras para traer algunas cosas que consideraba hacían falta en casa, y llegó con un invento maravilloso: las pezoneras. ¡Ellas salvaron mi lactancia!


Les comparto un video de cómo funcionan, y para muchas, como yo, con pezones pequeños, pueden ser unas aliadas increíbles para mejorar el agarre del bebé. Sí, el contacto directo de piel a piel puede verse afectado, pero si el beneficio será continuar con la lactancia, valen la pena.


El primer mes de lactancia fue el más complicado. Puede ser un poco doloroso, pero si tienes claro que la leche materna es la mejor opción para tu hijo, no desistas. Consulta las veces necesarias con una Asesora de Lactancia, ellas son expertas en casos complicados y sabrán qué hacer.


Pasado este tiempo, la idea de la lactancia hermosa se convirtió en realidad. La conexión que se genera con el bebé es increíble, momentos que atesorarás en tu corazón por toda tu vida. Es el mejor alimento, analgésico y calmante. Nada los relaja más y los hace sentir tan seguros, que amamantar. ¡Nos convertimos en un chupón humano!


Había considerado que el tiempo que duraría la lactancia con mi hija Valentina, sería de un año, pero ella decidió dejarlo con más anticipación. Entendí que es un proceso de desapego normal, y que debemos dejarlos vivirlo libremente, tanto que ellos sean más independientes, como para nosotras, que nos podemos sentir rechazadas, ¡el destete será otro tema próximamente!


Nada está escrito, y todo debe adaptarse a sus tiempos y estilo de vida. Si lo intentas y decides que no es la opción para ustedes, está bien. Si decides extender la lactancia por más de un año, está bien. Si comienzas tu banco de leche porque regresarás a trabajar, está bien. Si decides que ya es momento de pasar a la fórmula, está bien.


Cada mamá hace lo mejor que está en sus manos para criar a sus hijos, no debemos criticar o juzgar las decisiones.


Éste, ha sido uno de los procesos que más he disfrutado como mamá. Se genera una conexión tan única y directa que tu hijo no tendrá con nadie más. Háblales, diles lo mucho que los amas.


Te deseo una muy feliz lactancia.


¡Gracias por leerme! ¡Nos vemos muy pronto!



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