¡Bienvenida a tu espacio! Hoy tocaremos un tema que genera muchas dudas, tanto en las mujeres embarazadas, como en las que desde hace poco tiempo se convirtieron en madres.
El ejercicio se convirtió en uno de mis pasatiempos favoritos. Desde que comencé con una rutina, me encantó, y como reto, he ido aumentando su intensidad. ¡Me encanta ver cómo reacciona mi cuerpo! El cuerpo humano es una creación tan perfecta, que puede lograr resultados inimaginables.
En la preparatoria, comencé una rutina en el gimnasio, hacía pesas y tomaba algunas clases grupales. Años después, mi esposo y yo decidimos incursionar en el Triatlón, disciplina que llevo 3 años practicando, ¡y me encanta por lo retador que es!
Pero, justo cuando había alcanzado esa forma física que me hacía sentir soñada, y sobretodo, con la fuerza por la que tanto había trabajado, me embaracé. La verdad es que si bien, estábamos buscando un bebé, nunca imaginé que fuera a llegar tan rápido. ¡Fue un gran impacto saber que tendría que bajar la intensidad de un día para otro!
Para calmar esas ganas de hacer ejercicio intenso, opté por actividades como la caminata, y cuando deseaba hacer fuerza, la natación era mi salvación.
Una vez que Valentina nació, supuse que era el momento de retomar la rutina, porque me motiva muchísimo ver los cambios que se logra con el tiempo, además de romper mis propios límites y metas en el Triatlón. Aunque, haciendo una confesión, una de mis grandes metas era regresar a mi figura previa.
Las circunstancias favorecieron los tiempos. Mi parto fue natural, y la recuperación rápida. Los primeros ejercicios que hice fueron de baja intensidad, porque, a pesar de que me mantuve activa durante el embarazo, los cambios que sufre el cuerpo en el posparto son importantes, y toma su tiempo volver a la normalidad. El yoga y trabajo con mi propio peso fueron mis aliados. Después, agregué ligas, pero definitivamente las abdominales aún no eran para mí.
Pasados 2 meses, comencé a hacer ejercicios de fuerza combinados con cardio para empezar a quemar un poco de grasa. Sentía una gran necesidad de salir a correr, y al tercer mes lo hice, pero ¡oh sorpresa! ¡Me sentí realmente mal! Corrí a un ritmo lento, porque llevaba más de 9 meses sin practicar, además, me dolían hasta las pestañas, sentí músculos que ni sabía de su existencia.
Ese proceso me costó un poco de trabajo, porque además de la cuestión física, emocionalmente me sentía lenta, y que lo mucho que había avanzado, estaba perdido. Sin embargo, me di cuenta que si era disciplinada, podría conseguirlo de nuevo.
Tiempo después, un par de amigas me animaron a volver al ciclismo, y para ser sincera, a mí también me urgía sentir de nuevo la adrenalina. El día que salimos a rodar, estaba muy emocionada, pero también me sentía muy insegura, ¡como si nunca lo hubiera hecho!
Mis piernas perdieron la fuerza, y la frustración aumentaba, pero, como ese reto personal, sabía que tenía que lograrlo. Cada fin de semana, veía a los que iban a mi ritmo, y me mantenía con ellos para no quedarme sola o atrasar al grupo, y en casa, apartaba mis tiempos para practicar. Esa estrategia me funcionó bastante bien.
Entendí que cuando no tienes un objetivo claro para hacer ejercicio, es muy fácil dejarlo, y creo que aplica en todo. Cuando tienes un hijo, sabes que las horas de sueño son variables, y aún con el cansancio de no dormir bien la noche anterior, aprovechaba antes de que mi hija despertara para hacer mi rutina. Mi objetivo era muy claro: quería volver a la forma en la que estaba mi cuerpo antes del embarazo, así que aún cuando no quería levantarme de la cama, esa meta hacía que olvidara la flojera y cumpliera.
Un buen consejo es iniciar poco a poco. Antes, entrenaba los 7 días de la semana, entonces, en el posparto, comencé con 30 minutos, 3 días. Así, iba acostumbrando poco a poco a mi cuerpo, y ahora, año y medio después, he logrado cumplir con el ejercicio 6 días. Conforme me voy sintiendo más fuerte, puedo hacer más tiempo.
No lo olviden, sean amables con su cuerpo, no traten de volver tan rápido, ni de golpe. Ser madre es una actividad que requiere muchísima energía, y se convertirá en tu prioridad. Pasar tiempo completo con ellos, atendiendo sus necesidades puede ser realmente agotador.
Escucha a tu cuerpo, si pasaste por cesárea, es importante que consultes a tu médico antes, y que te indiquen el tiempo y las actividades que puedes realizar.
Cuando te sea posible, inicia. No dejes pasar el tiempo, también es muy importante que tengas un tiempo para ti, que ese bebé tenga una mamá sana y fuerte, que se sienta feliz con su cuerpo, y sobretodo, que se ame y cuide su cuerpo.
¡Vamos a convertirnos en mamás saludables y muy activas! Que disfrutes toda esta etapa llena de energía al lado de tu hijo. Ten claro tu objetivo y ve por él.
¡Lo lograrás!
Nos vemos en la próxima entrada.
Besos 💋