Bienvenidos de nuevo a este Blog hecho especialmente para las mamás y papás, futuros, nuevos o con más bebés.
¿Cómo va su día?
Hoy me gustaría platicarles sobre el proceso durante mi segundo embarazo, y cómo fue que terminamos en una cesárea que definitivamente nunca fue planeada ni esperada. Como te he platicado en entradas anteriores, Valentina, mi primera hija, nació por parto natural, y el plan para el nacimiento de Luciana era igual, sin embargo, todo cambió de un momento a otro.
Todo el embarazo transcurrió de manera normal, pero a la semana 24 me contagié de influenza, y padecí de esta enfermedad por 15 días, mismos que implicaron mucho estrés, ataques continuos de tos donde cada vez que tosía, salía líquido.
Al principio pensé que era pipí, por la cuestión del esfuerzo, pero en la revisión con la Ginecóloga en la semana 33, me comentó que el líquido amniótico estaba disminuyendo, pero que todo pintaba bien. Luciana ya estaba acomodada y lista para nacer, por lo que esperamos que por lo menos aguantara hasta la semana 35 para evitar los problemas de un bebé prematuro.
En lo personal, sentía que la bebé nacería entre la semana 35 o 36, porque realmente su posición ya estaba muy abajo y su cabecita muy clavada.
En una de nuestras últimas consultas, la Ginecóloga me comentó que el líquido había disminuido en gran cantidad, pero dentro de mi mente seguía pensando en la posibilidad de tener un parto natural.
Acudimos a la que sería la última consulta prenatal, y en el eco apareció una cantidad de líquido que ponía en riesgo a la bebé, porque de nacer por parto vaginal, podía quedarse sin líquido al salir, y forzosamente tendría que salir al primer intento.
En lo personal, debo decirte que me asusté bastante, porque como mamá lo único que quieres es que ellos estén sanos y salvos, y no hubo mayor opción que la cesárea. Le pedí a la Ginecóloga que me programara lo antes posible, porque ya no podría dormir tranquila sabiendo del riesgo.
La cesárea se programó para ese mismo día a las 8:00 pm, así que rápidamente contacté a mi mamá para que viajara de Zamora a Guadalajara.
En mi interior, me sentía preocupada, angustiada y a la vez confiada en que las cosas saldrían bien, al final la cicatriz no importaba si mi bebé estaba sana.
No podía contestar los mensajes, aunque muchos de ellos eran para desearnos lo mejor, yo sólo quería que llegara el momento de tener a Luciana con nosotros, y sobre todo, no iniciar trabajo de parto antes de la cesárea.
Cuando escuchamos su llanto, ¡no pueden imaginar la paz que sentí! Durante la cirugía, la Ginecóloga me comentó que prácticamente quedaban unas gotas de líquido amniótico y que ya estaba comenzando trabajo de parto. Así fue que confirmé que todo se hizo en el momento perfecto, y lo agradezco enormemente.
Mientras estaba en el quirófano, una vez que Luciana nació, no podía dejar de pensar en lo afortunadas que somos por tener acceso a la tecnología, y sobre todo, a una Doctora preocupada por sus pacientes.
Agradecía y afirmaba que Luciana, a pesar de ser una bebé pequeña, estaba sana porque ya estaba lista para nacer. Mientras se daba el momento de conocerla, decidimos poner música relajante, aunque yo no paraba de llorar de emoción y gratitud de por fin tenerla en mis brazos. ¿Recuerdan en las entradas anteriores donde trataba el tema de la cirugía para ya no tener bebés? Al final decidí hacerla yo, al final estaría ya en cirugía y me pareció más práctico.
Es curioso cómo tenemos un plan fijo, y al final todo puede cambiar. Podemos sentir que no estamos preparados, yo sé que no estaba preparada para la cesárea, pero también abro mi mente y mi corazón, y entiendo que así fue como debía ser. Y fue perfecto porque estamos juntas y saludables.
Ahora, si me preguntas qué experiencia volvería a elegir si me tocara de nuevo, definitivamente preferiría el parto. Pero sin duda, poder contar con la cesárea es una gran bendición.
Y así es como termina esta historia, más adelante les escribiré sobre la recuperación de la cirugía, porque es otro punto muy importante en el proceso.
Les mando un gran abrazo, y si estás pasando por una situación similar, acuérdate, ¡todo estará bien!
¡Hasta la próxima!
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