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Ya nada es lo que parecía que sería


¡Hola a todos! Estoy de vuelta en el Blog después un corto tiempo de ausencia.


Seguro leíste el título y te pareció súper confuso, pues justo es lo que voy a platicarte el día de hoy.


En uno de las entradas anteriores, comenté sobre las preocupaciones que creí que tendría cuando se diera el embarazo de mi segunda bebé. Pues el momento llegó, ¡estamos en espera de la llegada de la cuarta integrante de la familia!


Y la verdad es que, esas preocupaciones han pasado a segundo término, porque no tenía idea lo que realmente sucedería con mi hija Valentina, y las dificultades que enfrentaría a su corta edad con la llegada de su hermanita.


Cuando supimos del embarazo, no quisimos dar la noticia hasta que no pasaran las semanas reglamentarias y el periodo de mayor riesgo hubiera pasado. Y justo fue hasta ese momento, que hablamos con Valentina sobre la llegada de un nuevo bebé a nuestra familia.


En el momento se emocionó muchísimo, no dejaba de contarle la noticia a cuanta persona se le cruzaba por la calle, y en la siguiente cita, nos acompañó con la Ginecóloga para ver a bebé en la pantalla. Todo hasta ese momento transcurría en felicidad y tranquilidad.

Conforme fue pasando el tiempo, y la pancita comenzó a crecer, Valentina se dio cuenta que la noticia iba tomando una forma más real, y de una manera intensa, comenzó a portarse terrible. Se ponía insoportable, días constantes con berrinches interminables que nunca habíamos experimentado.


Todo lo relacionado al bebé comenzó a tornarse en un tema desagradable para ella, se negaba y se molestaba al escuchar cualquier cosa que tuviera que ver, lo que se convirtió en días complicadísimos y muy agotadores, entre la situación con Valentina y el proceso del embarazo en sí.


Había días que realmente quería descansar y darme un respiro de todo.


Hasta que se me ocurrió hablar con la Psicóloga del colegio de Valentina, le expliqué que necesitaba con urgencia ayuda, y lo que me explicó me hizo ver la situación desde una perspectiva diferente.


La verdad es que Valentina estaba pasando por demasiados cambios importantes en ese momento, entre el embarazo, dejar el pañal, cambio a su propia camita, y su desarrollo normal (aquí entran los berrinches), y por su edad, no tiene las herramientas suficientes para manejar una situación tan complicada.

Así que nos relajamos. Comenzamos a tomarlo todo con más calma, y sobre todo, con más amor. Y justo dentro de ese amor también entran los límites tan necesarios en la crianza, porque dentro del chiqueo es muy fácil olvidarse o sobrepasar esos límites para hacer todo “más fácil”, pero conscientemente también estaremos dañando a nuestros hijos.


Platicamos en familia sobre Luciana, la nueva integrante de la familia, y con todos estos cambios, notamos poco a poco un cambio de actitud, siempre respetando sus espacios, cuando quiere o no tocar el tema, o la notamos incómoda.


Queremos ser su espacio seguro, que sienta que puede expresar sus sentimientos, sin importar cuáles sean, que no hay una imposición, aunque también sea un reto la dinámica fuera de casa, donde ella deja de ser el centro de atención, pero vamos trabajando poco a poco.


Entonces, así como lo dice el título, lo que en un momento fue una gran preocupación dejó de serlo, y ha tomado otros rumbos que no esperaba. Aunque este embarazo ha sido retador, porque físicamente me siento más cansada y no tengo ese tiempo para mí, como lo tenía con el primero, estoy feliz y encontré el camino para dejar ese agobio, y dejar que el proceso fluya mucho mejor, sobre todo porque ya conozco un poco mejor el proceso de la maternidad. Si como yo te encuentras en esta misma etapa, ¡disfruta el proceso! Recuerda que ningún embarazo es igual. Vive y actúa desde el amor, date tu espacio y seguro elegirás lo mejor para tu familia.


Y para ti papá, ¡reconócete ese gran esfuerzo que haces a diario con tu familia! Gracias por leerme, ¡nos vemos en la siguiente entrada!


¡Un gran abrazo!

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