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¡Ya no soy bebé! De la cama a la cuna


¡Hola papás! ¡Bienvenidos de nuevo al blog!


¿Cómo están hoy?


El tema que trataremos el día de hoy, en lo personal, es algo que me ha costado un poco de trabajo, y es por eso que lo quiero compartir con ustedes: el proceso de pasar a mi hija de nuestra cama, a su cuna.


Hasta hace un par de días, y después de mucho pensarlo, tomamos la decisión de que el momento de llevar a dormir a Valentina a su propio espacio, había llegado.


Durante sus primeros meses de vida, compramos una cuna tipo colecho, donde ella podía estar pegadita a mí, y yo pendiente de cualquiera de sus necesidades, y como buena mamá primeriza, estar revisando cada 5 minutos si respiraba (ja, ja, ja).


Dormimos tranquilamente los 3 el primer mes, pero después llegó el problema: ya no quiso dormir en su cuna. En cuanto la acostaba, despertaba llorando, y nosotros, cansados de la situación y porque en general dormíamos muy poco con bebé en casa, decidimos que durmiera en medio de los dos, y, ¡magia! Dormíamos muy bien los 3.


Entiendo que al estar tan cerca de nosotros, ella se siente segura, y nosotros tranquilos de que no necesite nada, o que al primer quejido podamos estar ahí para ella. Fue una dinámica que nos gustó tanto, que la alargamos por 2 años.

La situación ahora, es que después de tanto tiempo, ella creció y dormir los 3 en la cama se vuelve una odisea. Valentina es la dueña de la cama, se mueve por todos lados, se cruza, duerme encima de mí, otras en su lugar, hasta que una mañana, que desperté adolorida por haber dormido torcida, decidí que el momento de que ella tuviera su propio espacio, y yo recuperar el mío, había llegado.


Es importante mencionar, que Valentina tiene una recámara propia, está decorada muy linda, y ahí está su cama, que nos ha funcionado excelente como cuarto de visitas. Es un espacio grande, y sé que puede ser atemorizante llevarla de golpe a dormir sola, entonces, me di a la tarea de investigar qué podría hacer para que la transición fuera más suave.


Existen unas cunas muy prácticas y de mayor tamaño que un colecho para tenerla dentro de nuestro cuarto, para que ella duerma en su propio espacio, pero sin estar tan alejada de nosotros. Aprovechando que aún teníamos su colecho guardado, lo acomodé con una cobijita y almohada que le gustan, no sin antes hablarle del cambio que haríamos.


Me convencí que el espacio era muy pequeño para ella, me di a la tarea de buscar una cuna práctica pero adecuada para ella. Encontré una excelente, que tiene diferentes niveles de profundidad según va creciendo, para después utilizarla como cama entrenadora y finalmente puede convertirse en un sillón. ¡La idea me encantó!


Así, poco a poco, iremos haciendo el cambio, acompañándola mientras vive nuevas etapas. Ella está feliz con su “cuna más grande”, y nosotros de verla crecer.



¡Nos leemos en la siguiente entrada! ¡Que tengan un excelente día!

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